Estudios científicos revelan que la Cumbia y el Reggaeton son, en efecto, géneros musicales

Masivo. Ambos llenan estadios pero solo uno existe

Si hay algo que todos los fanáticos del animé y el manga comparten en religiosa armonía es un furioso odio por la cumbia y el reggaeton que se extiende a todos los intérpretes de ambos géneros así como todos los que se atrevan a escucharlos y, aún peor, defenderlos. A que se debe esta intolerancia extrema? Es recíproca? Es beneficiosa? En esta nota, las claves para entender el tema.

“Odio la cumbia con toda mi alma. Es lo que más odio en todo el mundo.”, cuenta Leandro, uno de los miles de otakus detractores de este tipo de música. “Y no lo digo porque suene horrible o porque lo escuchen todos los negros villeros, lo digo por las letras. Los mensajes que tienen los temas.”, explica, reflejando seriedad en su rostro. “Todos hablan de drogarse, o matar, o coger, o escaparse de la yuta, o tomar vino de un tetra, o que las minas son todas putas. Es muy negativo, la gente escucha esos temas y, bah, para, gente dije, o sea, los negros escuchan esos temas y se creen que está bien hacer esas cosas y van y las hacen. Por esto y más cosas es que mis amigos y yo decidimos que la cumbia no es música.”, remata implacable Leandro. “Prefiero mil veces escuchar música en japonés que no tengo idea que mierda dice, pero seguro son cosas como ayudar a los demás, luchar contra el mal y salvar el mundo, esas cosas.”

“Ay, el reggaeton es horrible.”, se estremece Jessica, quien debe detenerse a pensar un poco cuando le preguntamos la razón de su aversión. “Bueno, porque habla de cosas re feas. Están todo el tiempo hablando de mover el culo, y las minas lo hacen! No se como pueden caer tan bajo, se la pasan… perreando, y los tipos les bailan atrás y las re tocan, es un horror. Eso no es música, señores.”, dictamina la joven, que al momento de la entrevista se encontraba en una Stream vistiendo su cosplay de Ikkitousen y cargando un manga de Mayu Shinjo. “Yo se que es cuestión de gustos y se que hay gente a quienes les gusta, pero no es música. No tienen talento, o sea, no es música. Solo son modas, algo re artificial.”, cierra Jessica mientras se coloca sus auriculares para seguir escuchando temas de Vocaloid.

“Y ni me hagas empezar a hablar de Justin Bieber.”, declara Lucila con tono suficiente. “El nene ese parece una mina, canta como el orto y, lo peor de todo, es que es totalmente artificial, diseñado para vender nada más, y que todas las nenitas se vuelvan locas por el.”, dice, mientras sostiene fuertemente su morral tapizado con pines de Twilight y varias series Yaoi. “Es como dijo Jessi, no tiene talento. Cuando toca la guitarra, o la batería, está todo hecho por computadora, nadie se da cuenta?”, se indigna la joven antes de continuar. “Y los Wachiturros, por Dios, sabes la de horas de Caramelldansen que tengo que escuchar para sacármelos de la cabeza?”

Estética. La razón de la preferencia de los otakus podría serlo

Aunque tantos jóvenes se hayan puesto de acuerdo en desterrar la cumbia y el reggaeton del Reino de la Música, en el Instituto de Estudios Sociales Relacionados con la Musica y la Subjetividad de los Pendejos (IESRMSP) de Almirante Brown, se manejan distintos puntos de vista. “Después de meses de investigación pudimos descubrir que un genero musical se define gracias a factores como el ritmo, las características melódicas y armónicas, la instrumentación, la estructura, y muchas otras características culturales.”, explica Gabriel Buenaviola, jefe del departamento de violoncellos. “Y si bien lo que define un conjunto de sonidos como música es la aceptación de ellos como la misma por un grupo social, el rechazo de otro grupo no es suficiente para anular esto y quitarle el título de genero musical.”

“Lo que vemos aquí es el típico fenómeno de descalificación en masa.”, aclara Carlos Altoriff, otro de los científicos de la institución. “Cuando el rechazo no es de parte de un individuo sino de un grupo numeroso… bueno, básicamente la gente empieza a decir pelotudeces y a cagarse en la diversidad.”, dice con una sonrisa comprensiva. “No existen la buena música y la mala música, existe la que nos gusta y la que no nos gusta. No es malo que la gente se queje de lo que no le gusta, pero la negación y la agresión sin tapujos no pueden beneficiar a estos chicos, sobre todo porque jamás escuché a un reggaetonero o a un wachiturro agredir a un otaku sin provocación, y eso nos indica algo, no?”